A Johann Rodríguez-Bravo, estas fantasías tan mías como suyas.

Noche

Cuando Manuel se encontró a Giovanni Quessep en la entrada del hotel, recordó que el sitio predilecto del poeta para escribir era el “Valle de los Alacranes”.
— Tú no puedes ser otro que el hijo de Humbert Humbert — señaló Quessep dirigiéndose a Manuel con la lejanía del mar en su acento.
Al oír como lo llamaba, Manuel tomó una bocanada de aire y le pidió hablarle sobre Humbert Humbert.
— Busca en la biblioteca —respondió haciendo un fino movimiento con sus largos dedos—. Siento profundamente la muerte de tu padre.
Manuel, al borde de romper en llanto, viendo en Quessep a su padre lo abrazó.
— Ten mucho cuidado hijo, que la Encantadora me ha confesado sus intenciones —susurró el bardo alejándolo de su cuerpo y acomodándose el marco dorado de sus gafas. En seguida, con una venia se despidió de Manuel y con pasos largos y lentos, llevando en su mano izquierda una maleta café, caminó hasta la puerta.
El joven Arabia se quedó pensativo en la mitad de la recepción y mientras se fumaba un cigarrillo, una pareja de turistas le preguntó si aquel hombre de cabellos blancos y mirada triste, era el autor de los versos grabados en letras de plata en una de las paredes de la recepción. Manuel asintió y leyó el poema en voz alta.

La Alondra y los Alacranes
Acuérdate muchacha
que estás en un lugar de Suramérica
No estamos en Verona
No sentirás el canto de la alondra
Los inventos de Shakespeare
no son para Mauricio Babilonia
Cumple tu historia suramericana
Espérame desnuda
entre los alacranes
Y olvídate y no olvides
que el tiempo colecciona mariposas


“Humbert Humbert”, repitió varias veces Manuel. “¿Por qué Quessep habrá llamado a mi padre con ese nombre?” Cuando llegó al cuarto se preguntó en qué biblioteca podían estar las respuestas que buscaba. Asombrado de que Giovanni Quessep lo hubiera reconocido luego de tantos años, abrió el cajón de la mesa de noche y tomó el libro de Vladimir Nabokov donde halló la carta. Se sirvió un whisky y sobre una poltrona se sentó a leerlo.

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Acerca del autor

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Biobibliografía

Una tarde cualquiera, cuando estudiaba administración de empresas en la Universidad del Cauca y salía de la biblioteca con una novela bajo el brazo y no con el libro de matemática financiera que necesitaba, entendí que mi vocación era la literatura. ¡Sí, la literatura! No fue sencillo reconocerlo y menos aceptarlo, al punto que aún no me dedico de lleno a las letras.

Nací en Popayán (Colombia) en abril de 1980, ciudad que como un Aleph superpone presente, pasado y futuro. En el 2001 obtuve una mención de honor, en el Segundo Concurso de Cuento y Poesía Radio Universidad del Cauca. El cuento finalista fue Cábala en Re Menor y salió publicado en la antología Al Filo de las Palabras. Tres años después, junto a entrañables amigos, fundamos la Revista Cultural La Mandrágora, de la que soy director. En junio de 2006, fui becario de la Fundación Mempo Giardinelli y de la Universidad de Virginia (Estados Unidos), en el Seminario de Literatura y Crítica, realizado en Resistencia (Argentina).